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Educar para la Convivencia

7 NOVIEMBRE 2014

Cada día de nuestra vida, está llena de convivencia, de encuentros y desencuentros. Desde el primer diálogo del día con nosotros mismos para levantarnos sin más excusas, pasando por nuestra familia, vecinos, desconocidos, compañeros de trabajo, y hasta el recuerdo de otras personas que no están en esos momentos con nosotros. Aprender a convivir es una necesidad primaria, sin la cual ni siquiera hubiésemos sobrevivido en el momento de nacer. Convivir, siendo como es, la capacidad más importante de nuestra vida, sorprende comprobar la poca atención y rigor que le dedicamos durante el proceso educativo. Nos preparamos concienzudamente para construir un edificio, ser un gran Chef… Pero, ¿y para saber convivir con eficacia?. Vamos aprendiendo por ensayo y error, acumulando infinidad de errores y sufrimientos, propios y ajenos; generando conflictos, en ocasiones, de terribles consecuencias.

Por si fuera poco, la vida social se complica, y exige una mayor capacidad para la convivencia en un mundo globalizado, teniendo que integrar diversas razas, ideologías, género, valores, etc. Una diversidad social y cultural que no lo pone nada fácil, pero que constituye el gran reto de una humanidad que avanza a dos velocidades: por un lado, los avances tecnológicos y los técnicos en comunicación que afirman vivimos en la era de la comunicación; y, por otro, las ciencias humanas y sociales, que destacan paradójicamente, otro hecho constatable: vivimos en un mundo caracterizado por la exclusión, la incomunicación y el conflicto.

Nuestra propuesta educativa para la convivencia, establece un proceso que parte de la convivencia consigo mismo. Cultivar el amor y el respeto a sí mismo, una sana autoestima, sienta las bases para una relación más plena y satisfactoria con las demás personas. Una sana convivencia social, comienza por sí mismo. Nadie da lo que no tiene: si estamos bien, damos bienestar; si estamos mal, malestar.

A continuación, trabajamos la convivencia en pareja, que constituye una vía natural para nuestra autorrealización y trascendencia. Seguidamente, estudiamos la convivencia familiar, y sus diversos vínculos, destacando su papel socializador como micro-sociedad, donde se experimentan y ensayan, con gaseosa y en casa, las mejores claves para una sana convivencia. Por ejemplo, educando en valores como la responsabilidad, compromiso e iniciativa; la confianza, el respeto y tolerancia a las diferencias; la gratitud y el servicio, la solidaridad, la cooperación al desarrollo mutuo; el amor, la comprensión, la aceptación y el perdón, etc.

Llegados a este punto, estamos preparados para abordar el conjunto de actitudes, conocimientos y habilidades básicas, que nos ayuden a crear las condiciones más favorables para una convivencia social, más sana, próspera y feliz.

 Carlos López Melo


C/ Grande, 1   38670, Adeje
Horario: 8:00 - 15:00 h