Después de entrevistar a la doctora Genoveva Beltrán, uno se queda con cierta sensación de desánimo. Acabamos de estar con una de las voces más autorizadas para comprender el fenómeno migratorio humano más importante del planeta: La frontera mexicoamericana.
Genoveva Beltrán es investigadora del Instituto de Estudios Económicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se encuentra en Adeje, participando en el I congreso internacional de "Transnacionalismo, género y migración. Los desafíos interseccionales de la movilidad social" que se celebra en Adeje entre los días 13 y 14 de noviembre.
Días antes de que el presidente Obama anunciara la salida de las sombras de 5 millones de inmigrante mexicanos con la firma de una orden ejecutiva que supondrá la mayor regularización en los últimos 30 años, le pregunto a Genoveva sobre este tema, y me comenta que alberga cierto escepticismo sobre la medida anunciada. Sus estudios en la Complutense de Madrid y sucesivos viajes a España y Tenerife, le confieren cierta visión del fenómeno migratorio de España. Genoveva me comenta que encuentra ciertas similitudes entre el estrecho de Gibraltar y el Río Bravo. México ocupa el primer puesto mundial como país expulsor de población y Estados Unidos es el que lidera la recepción de población inmigrante.
La visión local de la convivencia se desvanece ante problemas que afectan a millones de personas; para disociar sus problemas endémicos, se precisan políticas públicas bilaterales, indica la doctora Beltrán, mediante tratados que regulen las políticas migratorias podremos avanzar en la mejora de los derechos de los inmigrantes. En México se dan cita las cuatro aristas del fenómeno migratorio, señala, de una parte somos un país de tránsito, también de destino, de otra, somos país expulsor y a la misma vez receptor.
