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Cultura, Deportes y Educación  >  La Semana Santa de Adeje  > Saluda del sr. obispo

Saluda del sr. obispo

Queridos diocesanos y hermanos en la fe: 

     De nuevo, ante nosotros, la celebración anual de la Semana Santa. ¿Qué es lo que celebramos?: La pasión, muerte, sepultura y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Lo que llamamos “la Pascua del Señor”, es decir su paso de la muerte a la vida. ¿Cómo celebrar la Semana Santa?

Se trata de celebrar una realidad ocurrida hace casi dos mil años, pero que actualizamos en las celebraciones litúrgicas, para así participar de los beneficios de la redención de Cristo, que por nosotros y por nuestra salvación padeció, murió y resucitó. Todo eso, lo expresamos, también, visiblemente en las procesiones, con imágenes que representan distintos momentos de aquellos acontecimientos. Así, queremos expresar, con agradecimiento, nuestra fe y, a su vez, fortalecerla y testimoniarla ante el mundo.

Como en todas las cosas de la vida, lo más importante es el motivo por el que hacemos la Semana Santa. Ya el propio Jesús nos enseña que, en la relación con Dios, lo más importante en la sinceridad de corazón: Hacer las cosas, no para figurar y ser vistos por los demás (Mt. 6,1ss), sino para buscar la gloria de Dios y así lograr nuestra santificación personal. 

Por eso, para la Semana Santa de este año 2023, he elegido como lema: “Con amor y fe viva, celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo”. Así aparece la motivación que debe movernos a todos para celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo. Ya decía San Pablo en su carta a los Corintios, refiriéndose a cosas tan importantes como dar en limosna todo lo que tengo, o tener fe como para mover montañas, “si no tengo amor de nada me sirve” (1Cor. 13, 1-3).

Cuando hablamos de “amor y fe viva”, nos referimos a lo que nos decía San Juan Pablo II, en Exhortación Apostólica ECCLESIA IN EUROPA: 

“Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento religioso vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe… 

Junto con muchos ejemplos de fe genuina, hay también en Europa una religiosidad vaga y, a veces, desencaminada. Sus manifestaciones son frecuentemente genéricas y superficiales… Por eso es necesario que se promueva el paso de una fe sustentada por costumbres sociales, aunque sean apreciables, a una fe más personal y madura, iluminada y convencida”.

En la Semana Santa hay muchas expresiones de la Piedad Popular que, como dice el Papa Francisco, “es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros” (EG 124). No obstante, hay que evitar los aspectos ambiguos de algunas de sus manifestaciones, preservándolas de desviaciones secularistas o consumismos exagerados. No se ha de olvidar que la piedad popular se ha vivir siempre en armonía con la liturgia de la Iglesia y vinculada con los Sacramentos.

La Semana Santa, aunque en la forma de celebrarla, sobre todo en su visibilidad externa, tiene elementos histórico-artísticos y tradicionales, y hacen que hacia fuera se la vea como un atractivo fenómeno cultural; pero, todo eso no es lo más importante. La excelencia artística de las imágenes, la belleza de los monumentos y los desfiles procesionales son, sin duda, signo de la importancia que le damos a lo que celebramos. No obstante, no podemos convertir la Semana Santa en “la religión de la estética” o en una atracción turística, sino que la estética está al servicio de la vivencia de la fe. 

Si, hermanos y amigos, todos corremos el peligro de vivir nuestra fe cristiana como ya dijo el profeta Isaías, y que Jesús les recordó a los escribas y fariseos, «este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, mientras su corazón está lejos de mí» (Mc. 7,6). Es necesario mostrarnos como personas que, creyendo, celebramos la fe y servimos al Señor amando a nuestros hermanos, especialmente a los más vulnerables. 

Lo más importante de la Semana Santa es el encuentro personal con Cristo, que es la fuente de nuestra salvación. De Él nos viene el perdón de nuestros pecados y la fuerza para amar a los demás como él nos ha amado. Reconociendo nuestros pecados, por medio de los sacerdotes, recibimos el perdón del Señor. 

Asimismo, como él mismo dijo en la Última Cena, se entrega por nosotros para rescatarnos del poder del pecado y de la muerte. En la celebración de la Santa Misa (la eucaristía), si participamos con “fe y amor”, se realiza de modo real el misterio de nuestra redención y Cristo nos dice a cada uno: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros”. “Tomad y bebed, este es el cáliz de mi sangre que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados”. Decía San León Magno: 

“Así es como celebramos de manera adecuada la Pascua del Señor: cuando, rechazando la antigua levadura de maldad, la nueva creatura se embriaga y se alimenta del Señor en persona. La participación del cuerpo y de la sangre del Señor, en efecto, nos convierte en lo mismo que tomamos y hace que llevemos siempre en nosotros, en el espíritu y en la carne, a aquel junto con el cual hemos muerto, bajado al sepulcro y resucitado”. 

No se debe olvidar que el verdadero culto a Dios se realiza, ante todo, en la existencia cotidiana, vivida en la caridad por la entrega libre y generosa de uno mismo al servicio de los demás. A celebrar la Semana Santa, “con amor y fe viva”, no sólo aprendemos de Cristo a dar la vida por amor, sino que recibimos la gracia y la fuerza necesaria para vivir como vivió Él.

Aprovechemos la celebración, de esta Semana Santa de 2023, para enriquecer nuestra fe y así poder dar testimonio de auténtica vida cristiana. Es lo que les deseo de todo corazón.

Bernardo Álvarez Afonso
Obispo de la diócesis nivariense

C/ Grande, 1   38670, Adeje
Horario: 8:00 - 15:00 h