Un nutrido grupo de voluntarias del proyecto “Hilando Adeje”, visitó el pasado sábado Santa Cruz de Tenerife para conocer las propuestas vecinales que en los distritos centrales se vienen realizando para embellecer sus calles y plazas.
Recibidos por la titular del Área de Cultura y responsable del Tagoror de Distrito Centro Ifara, Clara Isabel Segura Delgado y técnicos municipales del distrito, relataron las recientes actividades organizadas durante la segunda edición del festival de decoración Urban Knitting, donde participaron medio centenar de vecinos. Se celebró a mediados de mayo, en torno a los árboles de las calles Viera y Clavijo, Pérez Galdós, Plaza de Iglesia del Pilar y Alameda del Duque de Santa Elena. Dicha área forma parte de un itinerario que serpentea diversas zonas céntricas de la ciudad donde pudimos ver como el color ha venido para quedarse abrazado a los troncos de los árboles. La visita se inició en el parque de la Plaza de España para luego encaminarnos por Villalba Hervas hasta la plaza novecentista del Príncipe, donde pudimos disfrutar de un café mientras la atenta mirada de Enrique González Bethencourt se posaba sobre nuestras cabezas. Subimos por Pérez Galdós y Viera y Clavijo, tomamos San Clemente hasta llegar al parque de la Iglesia del Pilar.
Un jersey a medio tejer.
Bajo los acrónimos de Knitta AKrylik y PolyCotN, se esconden dos vecinas de la zona metropolitana de Houston, USA, que en 2005 fundan una asociación destinada a convertir tanto trabajo inacabado en lana como bufandas, chaquetas y jerséis en piezas de arte sobre mobiliario urbano. Su trabajo atrajo pronto la curiosidad de ciudades como Nueva York y París. Sus obras cuelgan y envuelven árboles, farolas, verjas, bocas de incendio, monumentos y otros elementos urbanos como vehículos y bicicletas. En tan solo una década esta propuesta artística y ciudadana se ha ido extendiendo por numerosas urbes de los cincos continentes.
Poco después, foto de grupo a las puertas del edificio consistorial y una visita al Parque García Sanabria para que su reloj de flores marcase el final de nuestro viaje. Un acostumbrado camino de vuelta salpicado de canciones y coloridos sueños que esperan verse por las calles y plazas del pueblo.
