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Natalia Sosa

Poeta. 

Natalia Sosa Ayala nace en Gran Canaria el 27 de marzo de 1938. Hija de Pelegrina Ayala Cabrera y del también poeta Juan Sosa Suárez, estudia en el colegio de las Teresianas de Las Palmas entre los 9 y los 17 años. En un artículo publicado en la revista Aguayro en 1985, la catedrática de Literatura Teresa Cancio la define como «una alumna rebelde que nunca quiso someterse a la tortura de los exámenes [...]. Sólo le interesaba saber, no tener un título». También revela que de su paso por la escuela conservaba, entre otras cosas, «aquel mantel de flores amarillas que era su trabajo en la clase de labores». Ambas observaciones retratan un contexto y una época en los que las mujeres no se educaban para empezar carreras profesionales o artísticas, sino para ir mejor preparadas al matrimonio.

Pese a todo, Natalia sí es alentada por su padre a sumergirse en el mundo de la literatura, hecho que facilitan poseer una biblioteca y el ambiente cultural de la casa en Ciudad Jardín donde se cría, en la que se celebran tertulias de las que participan artistas e intelectuales como Pepe Dámaso, Manuel González Barrera o Paco Sánchez.

De esta atmósfera resulta una autora precoz, que escribe su primera novela, Stefanía, con tan sólo 17 años. Se trata de una historia de amor frustrado cuya portada e ilustraciones (cuando se publique, en 1959) serán obra de Pepe Dámaso, y que prologa Ventura Doreste, quien destaca de la joven escritora «la claridad, la eficacia y la emoción». Del libro, Teresa Cancio dirá que «aflora un hondo sentimiento de culpabilidad que impide la consumación de los afectos» y que, sobre la pareja protagonista, la adolescente Stefanía y su cuñado Andrés, planea «la constante sombra del hecho religioso». 

Este argumento parece propicio para hablar sin descubrirse del tema que será el eje que vertebre la escritura de Natalia: la negación a la que debe someterse una mujer lesbiana y creyente imposibilitada para expresarse en una sociedad que la condena. En 1954 el régimen franquista modifica la Ley de Vagos y Maleantes para incluir en ella la represión a los homosexuales. En palabras de la doctora en Filología Hispánica Blanca Hernández Quintana, experta en la figura de Sosa Ayala y quien la conoció en persona, «no pudo desarrollar algo tan importante como su sexualidad y lo que hizo fue descargar toda esa frustración en la escritura» (declaraciones extraídas de “La voz recobrada de Natalia Sosa”, artículo de Carmen Delia Aranda para Canarias7).

Su compromiso con el género es ostensible en su trayectoria desde temprano: con 18 años empieza a colaborar en diversas publicaciones, entre ellas Mujeres en la isla, revista de contenido cultural en la que sólo participan mujeres y donde aparece su primer poema, “No Dejes de cantar”, dedicado a la cantante folclórica Mary Sánchez. Con 21 presenta en el Museo Canario un recital de poesía femenina a cargo de las alumnas de la Escuela Luján Pérez.

A principios de los 60 Natalia se traslada a Londres donde perfecciona su inglés trabajando como au pair durante casi un año. Fruto de esa experiencia nacerá una nueva novela, autobiográfica y de título revelador, Neurosis, que no verá la luz hasta 1996 y de la que reconocerá que hubiera sido motivo de destierro si la hubiera publicado entonces. Su obra Cartas en el crepúsculo (1963) le abrirá la puerta a la literatura canaria, empezará a aparecer en diccionarios de autores y a escribir en revistas de calado, como Semana. 

Esta actividad la desarrolla de regreso en Gran Canaria, donde poco a poco se va consagrando como autora gracias a su participación en la prensa insular (Canarias7, La Provincia) con artículos de opinión, columnas, entrevistas, cuentos y poesía. Al mismo tiempo, imparte clases de español para extranjeros y traduce textos. También aprende francés y alemán. En 1970 comienza a trabajar en el colegio Claret, primero dando clases de inglés y luego en la secretaría. El centro contribuirá a la publicación de su primer poemario, Muchacha sin nombre y otros poemas (1980).

Publicó otros cuatro libros de poesía entre 1981 y 2003: Autorretrato, Diciembre, Cuando es sombra la tarde y Los poemas de una mujer apátrida, el último editado póstumamente y del que su estudiosa Blanca Hernández Quintana asegura que es «bestial» pues Natalia «entiende que ha vivido una penuria y un calvario sin motivo».

Y es que, a pesar de su ingente producción literaria y de que logró hacerse cierto hueco en el panorama de las letras de su tiempo, Sosa Ayala fue víctima de la misma invisibilidad que ha afectado históricamente a las mujeres creadoras por el hecho de serlo. A ello se sumó su condición de homosexual, motivo de dolorosos conflictos internos durante toda su vida y que fue obviada incluso por la crítica conocedora, que la etiquetó de poeta triste y melancólica. El dolor que le produjo la imposibilidad de ser quien era se fue apaciguando en sus últimos años, al tiempo que se reafirmaba en sus discrepancias con lo considerado “normal”.

En 1989 sufre un ataque cerebral que tiene como resultado la parálisis de la parte izquierda de su cuerpo, episodio tras el cual se jubila, aunque sigue escribiendo poesía, reflexiones y artículos de opinión que reflejan su compromiso social. Fallece el 13 de noviembre de 2000 en Las Palmas de Gran Canaria. En 2018 y 2021, la editorial Torremozas ha publicado dos recopilaciones de su obra, No soy Natalia y Soy éxodo y llegada. Además, en 2021 se le dedica una sala en la Biblioteca Universitaria de Las Palmas, el mismo año en que se la elige como protagonista del Día de las Letras Canarias.

*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias. (2021)


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