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Marta Mangué

Jugadora de balonmano. 

Marta Mangué nace en Las Palmas de Gran Canaria el 23 de abril de 1983. Se forma como jugadora de balonmano en el Rocasa Remudas de Gran Canaria, en Telde. Allí alternaba el balonmano con el atletismo, llegando a ser campeona de España infantil y cadete en lanzamiento de disco y juvenil en lanzamiento de jabalina. «No me gustaba el atletismo nada pero, al final, nuestro club nos inculcaba mucho este tipo de deportes, para ellos era muy importante trabajar la carrera y explotar las cualidades de cada jugadora. [...] Luego ya me dieron un ultimátum: o atletismo o balonmano. Y creo que elegí bien [risas]» (en DeporteCienPorCien). 

Tampoco le gustaba estudiar. Marta acabó la ESO y dejó los estudios. Empezar a ganar un sueldo con 16 años le puso fácil la decisión. Optó por un deporte sin demasiado arraigo entre el público español y debutó en la máxima división en la temporada 2000-2001. En España jugó en clubes como el Osito L’Eliana (de Sagunto), el Astroc Sagunt Mar de Valencia y el Cementos La Unión Ribarroja, todos en la Comunidad Valenciana. Con este último ganó la liga española de balonmano femenina por primera vez en 2005-2006, junto a Rocio Guerola, Maru Sánchez, Elena Martí, Tihana Saric, Tanja Medved y Patricia Alonso.

Entonces, en 2007, Marta es fichada por el Team Esbjerg de Dinamarca, que pagó su cláusula de rescisión cifrada en 50.000 euros y acabó nombrándola mejor jugadora de la temporada. Ese primer contacto con el balonmano en el extrajero fue un impacto para ella: «[...] me chocó mucho el estilo de vida de Dinamarca. Entrenábamos a las 3 de la tarde, a las 6 ya era de noche, las tiendas cerradas, a veces entrenábamos a las 6 de la mañana… [...] El tema es que Dinamarca tiene una estructura profesionalizada muy potente: yo entrenaba a niñas a las 6 de la mañana antes de ir al cole, y para mí ver a niñas de 8 años con rodilleras y con todo era chocante. Son pequeños detalles que marcan la diferencia. Hacían abdominales, todo tipo de ejercicios… Van un paso más adelantados que nosotros» (en DeporteCienPorCien).

De este modo, Marta Mangué se convirtió en la segunda jugadora profesional de balonmano femenino después de la alicantina Isabel Ortuño en irse a jugar al extranjero, una necesidad que acabaría por generalizarse tanto que Marta va a coincidir con numerosas compatriotas en los años siguientes y en los distintos equipos foráneos en los que irá jugando: en 2011, tras 4 temporadas en Team Esbjerg, se marcha al club serbio RK Zajecar, donde también estaban las españolas Jessica Alonso y Begoña Fernández.​ Tras una temporada y media ficha por el CJF Fleury de la Liga francesa, donde comparte equipo con Beatriz Fernández Ibáñez, Marta López y Nely Carla Alberto. Después de otros 2 años y medio, en la temporada 2015-2016, cambia de equipo en Francia, pasando al Brest Bretagne Handball. En la actualidad Marta es jugadora en el Bourg De Peage Drôme, también en Francia. A lo largo de su carrera ha demostrado una versatilidad que le ha permitido adaptarse a diferentes posiciones en la cancha.

En el país galo, donde se ha instalado con su familia (su mujer y su hijo Eiden, nacido en septiembre de 2017), Marta ha descubierto un deporte más competitivo pero también más preocupado por el bienestar de sus profesionales. Una atención que reivindica para el balonmano en su país, donde (se lamenta) sólo se habla de fútbol: «Me he tenido que ir a un equipo de Segunda División para jugar ante 4.000 espectadores» (comentaba en El País tras su marcha a Francia).

Uno de los aspectos más relevantes de su carrera como balonmanista es el de su participación en la Selección Nacional Española, con la que Marta debutó en el Campeonato Mundial de Balonmano Femenino de 2001 en Italia. Allí “las guerreras”, como se las ha empezado a conocer, fueron décimas. Desde entonces ha disputado 7 Campeonatos Mundiales (lograron el bronce en Brasil 2011) y otros 7 Europeos (fueron subcampeonas en Macedonia 2008 y Hungría y Croacia 2014). Tras cosechar un sexto puesto en las Olimpiadas de Atenas de 2004, su mayor logro olímpico (y posiblemente de su carrera) es la medalla de bronce en los Juegos de Londres 2012. «Fue uno de los partidos más duros de mi vida, tuvimos que jugar dos prórrogas y sudamos para conseguir esa medalla de bronce. Cuando ya lo conseguimos fue como un desmayo, todas nos tiramos en el suelo, no sabíamos si reír o llorar hasta esa noche, en la que asimilamos que habíamos ganado una medalla olímpica. Yo me sentía como en una nube, hasta el punto de que cuando me entrevistaban les pedía que me repitiesen las preguntas porque no escuchaba» (en Líderas. Revista del deporte femenino). Apodada “Pantera”, Marta es la máxima goleadora histórica de la Selección con 1.034 tantos y la que más partidos internacionales ha jugado, con 300 apariciones.

Con 21 años, esta gran deportista española de origen ecuatoguineano decide visibilizar su orientación afectivo sexual como mujer lesbiana. Este paso, sin duda importante en cualquier ámbito profesional, sigue siendo muy necesario en el mundo del deporte, especialmente en el masculino de élite, donde la homosexualidad continúa siendo un inmenso tabú. Marta nunca se ha sentido discriminada por su orientación, ni en Canarias ni en el pequeño pueblo bretón en el que se instaló por primera vez acompañada por su mujer, entonces embarazada del hijo de ambas, donde una familia formada por dos mujeres no era demasiado usual: «Nunca nos miraron mal, sorprendidos sí, pero con mucho respeto» (en Colectivo GAMÁ). En 2017, en la web de Marca, diario deportivo de referencia en nuestro país, Silvia Navarro y Marta Mangué (jugadoras de la selección de balonmano y lesbianas) hablaron con total naturalidad de lo que suponía para ellas ser madres y continuar con su rendimiento deportivo, aunque en ambos casos la madre gestante había sido su compañera. Ambas coincidieron entonces en señalar cómo los días de permiso y las facilidades para conciliar dependían de la buena voluntad de los equipos y no de la regulación existente al respecto, así como las dificultades que una jugadora  profesional tiene para quedarse embarazada, porque eso supondría su despido. «Una deportista, si quiere ser madre, tiene que plantearse muy bien cuándo. Si es tu profesión a veces eso echa para atrás; al final esperas, esperas, ¿y quién te dice que más adelante, cuando te decidas, vas a poder tener hijos?» (en Hay una lesbiana en mi sopa).

Preguntada acerca de la necesaria visibilización de la homosexualidad en el deporte (en Colectivo GAMÁ), Marta responde contundente: “Sólo tenemos una vida, cada persona tiene su proceso y su momento, pero lo más importante es que tu familia te apoye. No puedes dar el paso o al menos es muchísimo más costoso hacerlo si sientes que tu familia no acepta tu orientación, tu identidad. Por eso me dirijo a las familias y sobre todo a las familias de personas trans. Lesbianas, gais y bisexuales sufrimos menos discriminación en comparación a las personas trans y ahora toca trabajar hasta que sean incluidas. [...] La identidad de las personas no es un juego. Apoyo a todas las deportistas trans y a sus familias”. 

*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias.


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