“Fueron muchas las noches en vela en el empaquetado. El trabajo de las mujeres en los tomateros transcurría entre dos espacios: el de la extensión agraria y el de los salones. En ambos lugares su papel era básico. Ésta intervenía prácticamente en todo el proceso, pues para el desempeño de estas tareas se prefería contar con el colectivo femenino, caracterizado por su mayor destreza y agilidad con las manos.
Las necesidades económicas llevaron a muchas mujeres a combinar su trabajo en los dos ámbitos: en la tierra por la mañana y en los salones por la tarde y por la noche. En ocasiones la jornada laboral en los almacenes culminaba a altas horas de la madrugada y sólo dos o tres horas después comenzaba un nuevo día de trabajo en la zona de cultivo, por lo que estas mujeres apenas tenían posibilidades de descansar o simplemente de refrescarse.”
