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Paquita Mesa

Actriz y promotora cultural. 

Francisca Luisa Mesa Suárez, Paquita o Pacota Mesa, como también la conocían sus allegados, nace en Las Palmas de Gran Canaria el 19 de abril de 1913, en el seno de una destacada familia con figuras largamente vinculadas a la política canaria. Sus dotes artísticas, que se manifiestan desde bien pequeña (con 9 años actúa frente al político republicano Alejandro Lerroux, tiene una afición precoz por la música y la poesía...), le vienen por vía materna. También por su abuela, quien regentaba una de las antiguas librerías de la ciudad, Hispania, situada en la calle Obispo Codina y que sirvió a una joven Paquita para empezar a relacionarse con la intelectualidad local, pues allí trabajó un tiempo.

Pero si hay una figura esencial en el despegue de Paquita Mesa como artista y promotora cultural es la de Néstor Martín Fernández de la Torre. El afamado pintor y decorador grancanario había regresado a la isla de forma definitiva en 1934, tras haberse formado, viajado y vivido en Europa (Madrid, Londres, París, Bruselas, Barcelona) y América. La coincidencia de estas dos personalidades supuso un revulsivo en el calmo ambiente cultural de Las Palmas de la Segunda República, especialmente tras el nacimiento de la Sociedad de Amigos del Arte Néstor de la Torre. Integrada por un nutrido grupo de jóvenes artistas o aficionados y aficionadas al arte, pertenecientes en buena medida a la burguesía canaria, fue creada en memoria del barítono Néstor de la Torre Comminges, tío del pintor fallecido en Madrid en 1933. La profesora y cantante María Isabel Torón Macario (hija del poeta Saulo Torón y de la soprano Isabel Macario Brito), organizadora de los actos en recuerdo a la figura de Paquita Mesa con motivo del centenario de su nacimiento, explicaba de esta forma el alcance de la Sociedad, que hizo «muchas cosas sin medios económicos y con miembros que tenían ideas políticas distintas; había gente de Falange, republicanos, socialistas… El respeto reinó por amor al arte, a la música y a la ciudad» (en Canarias7).

El grupo logró congregar a más de 600 socios y socias para que apoyaran con sus cuotas las veladas artísticas que tenían lugar en el Teatro Pérez Galdós y cuyas recaudaciones se destinaban a fines benéficos. Se organizaban conciertos, recitales, exposiciones, montajes teatrales y cine fórums, a veces de corte más clásico, otras con un punto más transgresor. En los primeros años de funcionamiento de la Sociedad Néstor tendrá un papel más protagonista, diseñando los decorados y vestuarios de las representaciones, muchos de los cuales están recogidos en el Museo Néstor de Las Palmas. Poco a poco Paquita irá adquiriendo un papel de liderazgo, asumiendo cada vez más protagonismo en las producciones que rebasarán progresivamente los límites insulares en cuanto a sus ambiciones temáticas y escenográficas, e interpretando papeles como actriz y cantante. En este sentido es fundamental su matrimonio con el comerciante y músico danés Thomas (Tommy) Christensen. El pasaporte al que Paquita accede al casarse con él le permitirá viajar por importantes capitales europeas y traer innovadoras ideas para sus espectáculos y escenografías. Así adapta algunas revistas cómico líricas a las que tiene ocasión de asistir en templos del género como Londres. Es el caso de Boo Hoo o Tipitín, que produce y estrena en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife con gran éxito de público y crítica pese al carácter amateur de algunas de las personas que las integran. Son los primeros musicales que se verán en Canarias.

En el seno de la Sociedad de Amigos del Arte, en las navidades de 1934 se presenta el espectáculo de música y danza Gran Fiesta Pascual, con trajes diseñados por Néstor dentro de su ideal del tipismo como base para el desarrollo turístico de la isla. En 1935, sin embargo, será Paquita (con apenas 22 años) la gran protagonista llevando al escenario la revista Soyons gais (Seamos alegres), cuyo libreto firma junto a su amigo y colaborador de la Sociedad el escritor Pancho Guerra (quien entonces tenía apenas 26). El espectáculo tomaba su nombre de una melodía interpretada en el parisino cabaré Folies Bergères que había causado furor unos años antes, y es resultado del encuentro de Paquita con su entonces futuro marido, líder de una banda de jazz, la Metro Rebels Band, y miembro de una inquieta colonia de artistas nórdicos residentes en Las Palmas que participaban en animadas y modernas tertulias. Los derroteros que empieza a seguir la Sociedad a partir de entonces, gracias al espíritu vanguardista de la escenógrafa y actriz, serán los del teatro de la Generación del 27: Lorca (en plena Guerra Civil Paquita se atreve con sus Bodas de sangre, engañando a la censura, que había prohibido su representación, y mostrándosela al público en un supuesto ensayo final) o Alejandro Casona (La sirena varada); o el surrealismo de Agustín Espinosa o Juan Cocteau, de quien representan La voz humana.

La iniciativa y el temperamento de Paquita la llevarán a vencer el obstáculo de los pocos recursos “asaltando”, si es preciso, los armarios y mobiliarios de las casas acomodadas de Las Palmas para conseguir prestado el vestuario y atrezzo necesarios; también estas casas particulares se convierten en improvisados locales de ensayo. Diseñará coreografías, distribuirá papeles, atraerá a nuevos componentes a la Sociedad... En torno a ella se arremolinan personalidades de la cultura como Claudio y Josefina de la Torre o Néstor Álamo, artistas de la Escuela Luján Pérez como Santiago Santana o Felo Monzón. Gracias a la influencia de su marido Paquita se rodea de cantantes y músicos como Juan Pulido, Isabel Macario Brito, María Lissón, Chano Gonzalo o Marcos Cubas. Pero, además, con Paquita despuntará una generación de mujeres (entonces señoritas casaderas de la sociedad grancanaria) que, venciendo las reticencias familiares y sociales, y las propias de la censura (a Falange no le gustaba que las jóvenes se contonearan), se convirtieron en actrices, cómicas, bailarinas… Caridad Pérez Galdós, Solines Periquet, Pilar Martínez, Dora López, Chicha Jiménez y Mercedes Dasca fueron algunas de las «niñas de Paquita Mesa», orgullosas de haber contribuido a llevar a escena las novedades que venían de Europa: «Llevábamos 100 años de adelanto», afirma Caridad Pérez Galdós. Gracias a ellas y a ellos, «la vida artística de la ciudad desde el final de la República hasta el principio de la guerra fue algo asombroso», relataba en los actos del centenario de Paquita el director del Coro de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, Luis García Santana (en Canarias7).

La Guerra Civil no será un obstáculo para esta mujer independiente, de carácter activo y abierto, que continúa con su labor de promotora cultural llevando algo de luz a aquellos años oscuros: el 17 de julio de 1936 dirige y representa por última vez La sirena varada,  el ya citado drama de Alejandro Casona (exiliado entonces por motivos políticos en México), que se estrena en los principales teatros de Las Palmas y Santa Cruz (el Pérez Galdós y el Guimerá) y que quedará prohibida a continuación. En 1937, en el Pérez Galdós, presenta con muy buena acogida la conocida zarzuela La verbena de la Paloma. En el 38 y 39, las también referidas adaptaciones de revistas Boo Hoo y Tipitín. En los años 40 seguirá ofreciendo nuevas producciones, como El Camino de los príncipes, El gato y el canario, La Umbría o Candilejas; algunas son adaptaciones, otras, obras de su buen amigo Pancho Guerra.

Entonces la Sociedad se disuelve, la situación económica de Paquita no le permite seguir asumiendo nuevas aventuras en las islas y decide marcharse a Madrid en 1947, donde Claudio y Josefina de la Torre le abren las puertas de Radio Nacional. Firmando como Francis Dina, Paquita escribe guiones radiofónicos junto a Josefina y reestrena Soyons gais, ahora con el título en español Seamos alegres, revisitando el que fuera su primer proyecto escénico en Canarias. La revista se lleva al Teatro Español de Barcelona el 1 de junio de 1952. Y es todo un éxito, alentado por los anuncios que prometían «¡5 vedettes, 30 cuadros, 400 espléndidos trajes!» (en Canarias7). En el estreno participó Francisco (Paco) Kraus, barítono y hermano del célebre tenor Alfredo Kraus, al que Thomas Christensen cambia el nombre por el de Rudolf Kraus para que resultara más atractivo al público catalán. En esa época Paquita se instala en Barcelona, donde se incorporó con igual éxito al mundo de la moda. Su casa en la ciudad condal se convirtió en parada obligada de los isleños que se desplazaban hasta allí. Poco a poco, Paquita se fue distanciando de los escenarios.

Esta impulsora de la cultura, artista polifacética, gran conversadora, mujer innovadora y valiente en unas islas y unos años complejos, autora, entre otras, de las músicas de Somos costeros y Barquito velero, recibió en 1997 el reconocimiento como Hija Predilecta de la Ciudad Las Palmas. No pudo recogerlo y tuvo que otorgársele a título póstumo, pues había fallecido un mes antes en Madrid mientras se preparaba el vestido para recibir la distinción. En su ciudad se le dedica la calle Artista Paquita Mesa.

*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias.


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