Es indiscutible la contribución indispensable de las mujeres en las zonas rurales al desarrollo económico, social y ambiental. Por ello, el 15 de octubre es una oportunidad para visibilizar las funciones que desempeñaron y desempeñan en la producción agrícola, la conservación de recursos naturales y el mantenimiento de la cohesión social, así como para poner de manifiesto las persistentes desigualdades y exclusiones que enfrentan en diversos ámbitos.
Ellas constituyen una parte fundamental en el trabajo del campo, de la agricultura y sectores vinculados, aunque su trabajo a menudo ha permanecido no remunerado o, al menos, infravalorado. Desde la producción y transformación de alimentos hasta el manejo de recursos naturales, Han contribuido a la subsistencia alimentaria y a la sostenibilidad de los sistemas agrícolas desde épocas prehistóricas.
Pese a su importancia, la historia agraria ha sido contada desde una
perspectiva masculina que ha tendido a ignorar la participación femenina. Los
relatos oficiales suelen presentar a la mujer aparece como figura secundaria o
simplemente como apoyo familiar.
Sin bien, en España las mujeres representan aproximadamente un tercio de la mano de obra agrícola, únicamente una décima parte de las explotaciones agrarias están registradas a su nombre.
Esto evidencia el camino de reivindicación igualitaria que aún queda por hacer en el sector primario.
Cuando se refiere a la defensa del trabajo rural son ellas las protagonistas de múltiples iniciativas de defensa del territorio frente a amenazas como la especulación inmobiliaria, la degradación ambiental y las mejoras laborales del sector. En las comunidades autónomas más afectadas por la despoblación, las mujeres organizan redes de resistencia y reivindicación para garantizar la sostenibilidad social, económica y ambiental del medio rural.
Concretamente, en Canarias representan un pilar esencial en sectores como la agricultura, la ganadería y la producción artesanal. En un archipiélago caracterizado por su diversidad climática y geográfica, su trabajo se adapta a sistemas agrícolas de pequeña escala y prácticas tradicionales que conservan la biodiversidad local y promueven la economía circular.
Las mujeres rurales canarias son protagonistas en la producción local de alimentos, impulsando la conservación de variedades autóctonas, vitales para la resiliencia del sistema alimentario isleño.
Su trabajo en huertas familiares, cooperativas y mercados locales contribuye a la seguridad alimentaria y al fortalecimiento de circuitos cortos de comercialización que benefician a las comunidades rurales.
El sur de Tenerife se caracteriza por un clima semiárido, con escasez de recursos hídricos y una orografía compleja que condiciona la actividad agrícola. Esta zona, tradicionalmente vinculada a la producción hortofrutícola destinada tanto al mercado local como a la exportación, mantiene un modelo productivo basado en explotaciones de pequeña y mediana escala.
Así, frente a la presión urbanística derivada del desarrollo turístico y la expansión inmobiliaria en el sur de Tenerife, las mujeres rurales han emergido como actoras esenciales en la defensa del territorio y los recursos naturales tinerfeños.
Entre las principales demandas de las mujeres del sector rural en nuestra isla, está:
- Garantizar el acceso al agua de riego y mantener infraestructuras hidráulicas eficientes.
- Reducir costes de producción (energía, transporte, insumos).
- Facilitar el acceso a ayudas y subvenciones.
- Mejorar canales de venta y promoción de productos locales que en la actualidad se limita a los mercados del agricultor o comercios familiares.
- Accesibilidad a una formación de calidad en el sector
- Fomentar asociaciones y redes de mujeres rurales. Solo así podrán incluir su voz en las políticas agrarias y rurales, y ser escuchadas y atendidas.
- Incentivar el relevo generacional que es cada vez menor.
- Luchar contra la desigualdad y el empleo precario femenino en el
campo.
Todo esto evidencia que las políticas públicas siguen siendo insuficientes. Y, por tanto, son muchas las tareas pendientes en el sector rural femenino
Aun así, entre cultivos emergen, en silencio, muchas mujeres valiosas que han sabido labrar no solo la tierra, sino también la memoria colectiva de su comunidad. En sus manos han sostenido, y sostienen, generaciones, preservando saberes ancestrales y resistiendo frente a la invisibilidad que la historia les ha impuesto.
Estas mujeres son tejido social, voz de la resistencia y promotoras de un desarrollo rural que reclama equidad, sostenibilidad y reconocimiento. En un contexto marcado por transformaciones económicas y presiones territoriales, su protagonismo se alza como faro imprescindible para la construcción de futuro justo y sostenible en el sur de Tenerife.
Es por ello, el 15 de octubre, Día Internacional de las Mujeres Rurales debe servir para reconocer la labor las mujeres rurales de nuestro municipio, nuestra comarca, nuestra isla, nuestra comunidad y de nuestro país.
La tierra también es de ellas. Reconocer y promover el protagonismo de las mujeres rurales es clave para asegurar un futuro equitativo y resiliente donde el desarrollo sostenible y la justicia social se conviertan en pilares de convivencia y progreso.
Ana Moruno Rodríguez
Historiadora del Arte.