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Salud, calidad de vida y bienestar animal  >  Igualdad y diversidad  >  Blog  > Derribando los muros de la discapacidad: Helen Keller

Derribando los muros de la discapacidad: Helen Keller

16 ENERO 2024

No es una novedad en esta sección, reflexionar sobre el tratamiento sesgado que ha dado la historia a los logros alcanzados por las mujeres. Pero cuando nos referimos a mujeres que han convivido con alguna discapacidad o diversidad funcional, la historia mantiene sus páginas en blanco. Sufriendo así, una doble discriminación.

Ser mujer supone un hándicap a la hora de desempeñar labores de responsabilidad o de dirección en empresas e instituciones: Es el desolador techo de cristal que no hay forma de romper.

Si además de ser mujer se posee algún tipo de discapacidad, este techo de cristal se convierte en una cárcel. Dificultando así, no solo el hecho de alcanzar puestos relevantes sino, lo aún más injusto, el de lograr un empleo digno.

Si bien, hoy muchas mujeres logran vencer estos obstáculos día a día, la historia nos ha invisibilizado a muchas otras que también supieron enfrentarse a los estereotipos de su época y hoy, son referentes y ejemplos de superación no sólo para otras mujeres con discapacidad sino para el conjunto de la sociedad.

Estas mujeres invisibles en las páginas de los libros han formado y forman parte activa de nuestra historia, contribuyendo de modo significativo a la sociedad.

Aunque no aparezcan en manuales y libros de historia, y nos pueda parecer sorprendente, podríamos hablar de muchas mujeres que convivieron con algún tipo de discapacidad y lograron destacar en esfera como la ciencia, la literatura, el arte…

Rosario de Acuña y Villanueva (pensadora y escritora ciega), María Blanchard (artista cubista que nació con cifoescoliosis), Frida Kahlo (artista que sufrió problemas óseos desde niña), Ana de Mendoza, la princesa de Éboli (perdió un ojo de niña), Eleanor Zabel Willhite, Nelie (piloto sin audición), Virginia Woolf (bipolaridad)…

Pero hoy nos centraremos en: Helen Keller, una magna mujer que aún sin ver ni oír, avocó su vida a la defensa de los derechos fundamentales de las mujeres: la educación y el derecho al voto entre otros.

Nacida en el verano de 1880 en Alabama, Helen vivió los dos primeros años de su infancia con normalidad hasta que en 1882 contrajo una enfermedad, probablemente meningitis o escarlatina. Esta enfermedad infecciosa la llevó a perder el sentido de la vista y la audición. 

Esta situación, ensombreció el carácter de Helen. La frustración y la consternación por lo que le había ocurrido, sumado a la dificultad para poder comunicarse llevó a la niña a aislarse e incluso, a tratar mal a sus parientes cercanos.

La madre de Helen, Katherine, preocupada por la dificultad de la niña para relacionarse y formarse, buscó asesoramiento y ayuda profesional que le vino dada por el logopeda Alexander Graham Bell, especialista en tratar a personas sordas. 

Por mediación del especialista, Helen ingresó en el Instituto Perkins para personas invidentes en Boston. 

Será aquí donde Helen con 7 años inicia su formación bajo la supervisión de la maestra invidente Anne Sullivan.

Con ella, la joven Keller aprendió a comunicarse. Anne la enseñó a escribir, leer y hablar.

Sullivan logró que Helen hablase poniendo la mano de la joven sobre su garganta para que ésta sintiese las vibraciones y después las reprodujese.

Además, Helen tocaba los objetos y después la profesora deletreaba lo que era, en la mano de la pequeña. Y así aprendió a leer. 

Sin duda, no podemos entender los logros alcanzados por Helen sin reconocer la dedicación que tuvo sobre ella su maestra Anne Sullivan. Una entrega que fue más allá de lo profesional ya que el vínculo existente entre ellas no se rompió nunca, llegando a convertirse en grandes amigas.

Durante los siguientes años Helen estudió braille y aprendió a leer los labios. Todo ello hizo que lograse comunicarse y hacerse entender con otras personas, lo que llenó de entusiasmo e ilusión a la retraída joven.

Helen deseaba llevar a cabo estudios superiores y con 18 años ingresa en una escuela preparatoria que le permitirá acceder a la Universidad, donde se licenció con honores en Letras. Keller se convirtió en la primera persona sordociega en obtener una carrera universitaria.

Durante sus años de carrera publicó “La historia de mi vida” y “Optimismo”, Obras que le abrieron el camino como conferenciante. Trabajo que desempeñó con ímpetu y recorriendo más de treinta países, para que niñas y niños con discapacidad pudiesen formarse y de este modo optar a un futuro más alentador.

Entre sus principales logros para mejorar la vida de las personas invidentes está el de conseguir que el gobierno distribuyera libros en braille para que los pudiesen tener material de lectura.

Helen, de ideología socialista, defendía el sufragio femenino y rechazó siempre la participación de Estados Unidos en la Gran Guerra.

Su preocupación por el aumento continuado de heridos de guerra, la llevó a fundar en 1915, la Fundación Helen Keller International (HKI). En ella se daba asesoramiento y apoyo sanitario a los soldados que habían perdido la vista en el conflicto.

Pero su labor como activista y defensora de la igualdad de derecho de todos los ciudadanos la llevó a ser miembro destacada de otras fundaciones: La Unión Americana de Libertades Civiles o la Fundación Americana para los Ciegos. 

Entre sus logros encontramos la construcción de escuelas para personas con pérdida de visión promovidas por Helen. Hasta entonces, las personas invidentes o con problemas de visión acababan recluidas en asilos, sin personal que los formase y educase para que pudiesen desarrollar otras capacidades o habilidades.

En 1936 perdió a su gran amiga y compañera Anna Sullivan. Hecho que hizo temer por la estabilidad psicológica de Helen. “Sin ella, volveré a ser ciega y sorda”, fueron las palabras que utilizó para expresar su sentimiento al despedir a su amiga. 

Pero la capacidad resiliente de nuestra protagonista le permitió continuar con sus conferencias enarbolando la bandera de la paz, la igualdad y la capacidad de superación, intrínseca en todos los seres humanos. 

En 1968, con 88 años, falleció en su casa, mientras dormía. Tras su muerte Helen Keller y Anna Sullivan volvieron a encontrarse, ya que el destino ha querido que sus cenizas descansen juntas en la catedral de Washington.

Helen Keller fue una mujer valiente y decidida que obtuvo en vida el reconocimiento a su labor y dedicación para lograr una sociedad más justa, empática e igualitaria. Pero no fue un camino de rosas, ya que también tuvo que soportar las críticas de muchos detractores que argumentaban que la doble discapacidad de Helen le impedía ver la realidad con objetividad.

Ahora que conocemos la vida de esta notable mujer, deberíamos recapacitar sobre la necesidad de erradicar los estereotipos de género y de la discapacidad, con el fin de lograr una sociedad no discriminatoria.

Dar visibilidad a las mujeres con discapacidad y revalorizar las capacidades de las mismas nos permite encontrar nuevas figuras que sirvan de referente para niñas y niños. 

En palabras de Helen: “Una vida feliz no consiste en la ausencia de las dificultades, sino en el dominio de las mismas.” Pongamos todas y todos de nuestra parte para crear una sociedad más justa e inclusiva.

    Ana Moruno Rodríguez

Licenciada en Historia del Arte


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