Un recorrido por el siglo XX a través de la fotografía histórica: las mujeres como testigos del cambio.
La exposición “ellas” consta de diez paneles en los que se hace un recorrido histórico por el siglo XX a través de la fotografía: las mujeres como testigos del cambio. Las imágenes corresponden a una cuidada selección del fondo fotográfico del Ayuntamiento de Adeje. Los textos que las acompañan son extractos de la ponencia Mujeres Rurales, Mujeres anónimas: Un protagonismo silenciado. De la Dra. Teresa González Pérez de la Universidad de La Laguna, publicada en Taucho: Revista etnográfica. Sírvanos pues la conclusión de dicha ponencia para argumentar el contenido de la exposición:
Nuestra historia está repleta de mujeres anónimas que han desplegado una intensa actividad. Su aportación a la vida insular queda fuera de toda duda, si bien han sido desplazadas por la visión masculina de la sociedad, porque los relojes de la historia han generado realidades desiguales, marcando tareas y responsabilidades sexuadas. Las mujeres rurales con su infinita presencia, casi sin saberlo, gozaron de gran relevancia en la vida cotidiana y asumieron responsabilidades más allá del espacio del hogar familiar. Han trabajado siempre, no saben de feminismo ni de reivindicaciones. Las mujeres del campo forman parte del patrimonio humano y constituyen nuestro legado cultural. Maestras de la vida, que nos aportan vivencias y experiencias. Mujeres sabias y portadoras de saberes, aunque no sean los que aportó la escuela. Su protagonismo, entre el papel tradicional y el despertar de la identidad femenina, abrió camino a sus predecesoras.
Canarias ha evolucionado tanto en su territorio como en sus gentes. El sur del Tenerife de ayer no tiene nada que ver con el que conocemos hoy. La vida cotidiana era muy dura para las mujeres y los hombres de las zonas del sur de Tenerife. Tiempo atrás en Adeje las mujeres vivieron tiempos difíciles, que sortearon con ahínco y tesón. Desempeñaron oficios y trabajos diversos, sin desatender el trabajo doméstico. Las mujeres de Adeje también contribuyeron con su trabajo al desarrollo del sur y a la prosperidad del municipio. Hubo épocas de sequía y malas cosechas, años de pobreza y miseria, de carestía de alimentos, de ropa y artículos diversos… En jornadas interminables, multiocupadas siempre, sobrecargadas de responsabilidades y tareas, trabajaban sin tregua. En compensación al esfuerzo laboral desplegado disfrutaban de sus ratos de ocio y diversión. Esas protagonistas de ayer, a pesar de las dificultades económicas, siempre guardaban en el armario ropa nueva. Igual que las mujeres de otros pueblos se engalanaban para las fiestas y vestían sus mejoras ropas y calzado. Las fiestas eran una oportunidad para divertirse y para las jóvenes encontrar un novio. Sin embargo, lo paradójico es que estas mujeres de Adeje, que hoy son mayores y jubiladas, miran hacia atrás con cierta nostalgia. Para casi todas ellas, pese a las dificultades y carencias de la época, el tiempo pasado siempre fue mejor. La unión de la familia, el contacto estrecho con los vecinos, la ayuda prestada por unos y otros en el pueblo cuando la situación era más que difícil y los fugaces momentos de diversión les hacían olvidar el hambre, las miserias y las penurias. Esta evocación nostálgica del pasado podría explicarse en base a que, para la mayoría de ellas, esta etapa coincide con la de su juventud.
