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Lenguaje sexista

12 ABRIL 2023

En el post de hoy, Celia Marchena Ocaña nos trae un nuevo término para aumentar nuestro glosario. 

Eulalia Lledó, doctora en filología románica por la Universidad de Barcelona especialista en investigación sobre sexismo y lenguaje, dijo que el lenguaje no es sexista en sí mismo, sino que lo que es sexista es su utilización.

Por ejemplo, el uso sexista más conocido es el masculino genérico. Cuando queremos dirigirnos a un colectivo, lo hacemos con el plural masculino.Se usa “nosotros o vosotros” incluso cuando son mujeres las que están hablando para referirse a ellas mismas.

También tenemos los duales aparentes, aquellos pares de palabras cuyo significado cambia dependiendo del sexo al que designan y casualmente la que tiene el género femenino sale perdiendo. No es lo mismo decir “Paco es un zorro en los negocios” que “Elsa es una zorra en los negocios”, ¿verdad? Perra, asistenta, lagarta, gobernanta, fulana, mujer pública y unas cuantas palabras más que, buscando el significado en masculino y comparando, hace que salten todas las alarmas.

Algo parecido ocurre con lo que llaman las palabras "semánticamente ocupadas". Se suele referir a oficios, cuya forma femenina ya indica una adjetivación (mecánica, crítica, técnica...), por lo que, como afirman algunas personas muy estudiadas, llevaría a confusión si se usa como designación a una mujer. Confusión que por cierto, no ocurre en el caso masculino, porque si yo digo que mi amiga Daniela es música sí la pueden confundir con el
arte, pero yo no confundo al frutero de mi barrio con el frutero que tengo en mi cocina. 

Otra cosita que sucede más a menudo de lo habitual es la denominación sexuada, que es referirse a los hombres por su profesión o cargo, como cuando hablamos de científicos o ingenieros, mientras que a la mujer se destaque el sexo, siendo redundantes diciendo mujeres científicas o mujeres ingenieras, o la relación que la liga con el hombre: la esposade o la mujer de: “José González, premio nacional de ingeniería acompañado por su mujer.” Sin nombre ni nada.

Nos encontramos también con las formas de tratamiento. Los hombres son siempre tratados de señor. Eso es así. Pero cuando hablamos de nosotras, tenemos una diferenciación: señora y señorita. Antiguamente, cambiabas de categoría cuando te casabas. Sin embargo, ahora la digievolución viene con la edad. El problema de esto es la connotación negativa de lo que implica ser una señora. Esto se llama edadismo, que se habló ya en secciones anteriores.

Para acabar, voy a dar un toquecillo de atención a nuestra querida Rae. Si usamos la lógica, en el diccionario la letra "A" va antes que la letra "O", por lo que ¿no tendría que ir la acepción gata antes que gato? Esto nos lo explica Nuria Valera en su libro Feminismo para Principiantes en el que dice: " Los diccionarios no reflejan la realidad, ni la lengua, ni el mundo. Reflejan, simplemente, el poder de quienes los escriben."

Y qué mejor ejemplo para hablar de este poder que el caso de la palabra “modisto”, aceptada en la RAE en 1984. Así como futbolista, periodista o guionista son palabras sin género y lo que cambia es el artículo, modista se relacionó en sus principios a un trabajo de mujeres dado que eran ellas las que cosían. Pero claro, cuando una profesión sube de categoría, los hombres se suben al carro. En ese momento no querían que se les confundiese con mujeres, por lo que empezaron a usar “modisto”. 

Celia Marchena Ocaña, alumna en prácticas del Ciclo de Igualdad del IES El Médano.


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