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Intrépidas mujeres que viajaron solas

1 AGOSTO 2023

El periodo estival es la época del año en el que solemos disfrutar vacaciones largas y aprovechamos para realizar viajes a destinos más alejados de nuestro lugar de residencia.

En la actualidad es frecuente ver a mujeres que viajan solas y recorren miles de kilómetros para vivir experiencias únicas e inolvidables.

Estas mujeres son aún juzgadas por muchos miembros de la sociedad, por no comprender que las mujeres puedan disfrutar de un destino y una aventura sin la compañía masculina.

Probablemente todas, en alguna ocasión viajando con amigas hemos escuchado eso de: “¿Viajáis solas?, ¿No tenéis miedo? Puede ser peligroso”.

Hoy queremos romper una lanza por aquellas mujeres hicieron historia por sus viajes. Algunas lo hicieron por salud, otras por placer, otras por estudios…pero todas dejaron vestigios de estos viajes, haciendo de sus aventuras un referente para otras mujeres.

En la Historia de España tenemos la suerte de contar con la existencia de una de las primeras mujeres viajeras que se conoce en la Historia Universal: Egeria (o Etheria).

Tenemos que trasladarnos a la Hispania Romana de finales del siglo IV d.c. para conocer a esta intrépida ascena hispana.

Se cree oriunda de la provincia romana de Gallaecia (Galicia) y de ella sabemos que escribía cartas a sus “Dominae et sórores” (Sus señores y sus hermanas) en las que narraba los lugares que visitaba.

Fue su fuerte religiosidad la que despertó en ella el ansia por viajar y visitar lugares santos. Su peregrinaje lo realizó entre 381 y 384. Recorrió Jerusalén, Jericó, Nazaret, Galilea, Egipto, …

Se desconoce si fue monja o miembro destacado de una comunidad religiosa femenina. Lo que sí está claro es que pertenecía a una familia adinerada de la Hispania Romana.

Egeria nos ha dejado su obra Itinerario en el que narra los lugares que visitó y la situación social que encontró en Oriente.

En sus últimos relatos, cuando se encontraba de vuelta a su hogar, nos habla de que se encontraba cansada y enferma. No sabemos si logó llegar a Galicia o falleció antes de hacerlo.

La salud delicada de algunas mujeres fue también motivo de viajes. Es el caso de Isabella Bird (1831-1904): Hija de un reverendo anglicano y una madre inválida. Situación que mermaba su destino a ser la cuidadora de su progenitora.

No tuvo acceso a una formación, aunque su casa gozaba de una amplia biblioteca en la que Isabella pasaba sus temporadas de convalecencia.

Siempre sufrió fuertes dolores de espalda y problemas de nervios. Por recomendación médica, tras ser operada de un tumor, comenzó a realizar deporte y a viajar para mejorar su salud.

Fallecidos sus padres y sin cargas familiares, sus terapias médicas se convirtieron en un modo de vida. Viajó por Australia, Japón, China Corea, Vietnam... escalando altas montañas y dejándonos dibujos, escritos y fotografías de los paisajes y personas que visitó y conoció esta intrépida mujer.

Su labor fue reconocida en vida. En 1892 se convertirá en la primera mujer en ser aceptada en la Real Sociedad Geográfica.

Su último viaje lo realizó a Marruecos, ya con terribles dolores de espalda. A su vuelta quedó postrada en cama, falleciendo unos meses después.

El exotismo de Oriente, fue reclamo para otras mujeres del siglo XIX y XX con interés por conocer culturas y formas de vida diferentes a las propias. Es el caso de la francesa Alexandra David-Néel (1868-1969). Exploradora, cantante, feminista y con una ideología política cercana al anarquismo viajó a la India y Túnez con 25 años movida por su interés por el estudio de las religiones, el espiritismo y el ocultismo.

Decepcionada por la poca acogida en las editoriales de sus textos anárquicos, y con el fin de ser más respetada ante la sociedad, se casó con un ingeniero tunecino. Pero el matrimonio apenas duró siete años. Momento que aprovechará Alexandra para volver a la India.

Allí permanecerá 14 años, conocerá al décimo tercer Dalai Lama que había tenido que huir por los conflictos con China y residía en el Himalaya. Éste, en 1912 le regaló unos elefantes para que ella se pudiese mover más cómodamente por aquellos terrenos abruptos.

Durante su viaje conocerá al tibetano Yongden, al que contrató como criado que terminará convirtiéndose en su hijo adoptivo.

Juntos marcharon a intentar visitar la ciudad de Lhasa, en el que tenían prohibido acceder todos los extranjeros y extranjeras. Fue arrestada en diversas ocasiones y devuelta a la India, pero jamás cejó en su intención de acceder a Lhasa.

Finalmente, decidieron disfrazarse de mendigos que buscaban hierbas medicinales: “Me teñí la piel con ceniza de cacao, usé pelo de yak que teñí con tinta china negra, como si fuera la viuda de un lama brujo”. (Mi viaje a Lhasa, pg 211)

Una vez allí, una tormenta de arena contribuyó a que pasasen inadvertidos y Alexandra se convertido en la primera mujer occidental en entrar en la capital del Tíbet.

Este hito le dio fama mundial. De vuelta a Francia ocupó titulares en prensa y recibió multitud de premios.

Pero aquí no termina la vida intrépida de Alexandra. Viajó en el tren transiberiano hasta China, país que recorrió durante una década.

Con 67 años, se sacó el carné de conducir. Al parecer a Alexandra no había ningún medio de transporte que se le resistiera: elefantes, camellos, trenes, barcos…y ahora el automóvil.

Pero no será Alexandra David-Néel la única aventurera que se atreva a explorar el mundo sobre medios de transporte de lo más inverosímiles. ¿Sabéis que algunas de nuestras valientes trotamundos lo hicieron sobre una bicicleta? Es el caso de Fanny Bullock Workman y Annie Cohen Kopchovsky.

Fanny Bullock Workman (1859-1925), miembro de una familia adinerada tuvo la suerte de cursas estudios superiores y pudo viajar por toda Europa.

Su matrimonio con el cirujano William Hunter será el inicio de su aventura como montañista.

Instalados en Alemania, padres ya de dos hijos, comenzaron a realizar rutas en bicicleta por toda Europa.

Ella escribió tres libros en los que él añadía las instantáneas fotográficas realizada en el trayecto. Fanny, defensora de los derechos de las mujeres, narraba en sus libros la nefasta situación que vivían algunas de ellas en los diferentes países europeos. Incluida España, que fue recorrida por ellos en bicicleta en 1893.

Pero la bicicleta no fue suficiente para la osada Fanny y comenzó a practicar el montañismo junto a su esposo.

Siempre con su voluminosa falda, a la que nunca renunció, subió complicadas montañas. Se convirtió en la primera mujer en escalar el Mont Blanc y recorrió también los sistemas montañosos de la India (Satpura, Vindhya, los Himalayas, la cordillera del Karakórum…) En la cordillera de Karakórum fue inmortalizada por su marido sosteniendo un periódico abierto en cuya portada se puede leer: “Voto para las mujeres”.

Su amor por la aventura y la montaña la llevó a perderse reuniones familiares importantes, como la boda de su única hija viva.

Recibió muchas críticas por anteponer su pasión por la aventura y su desmesurado afán de protagonismo, pero ella siempre defendió ser la “nueva mujer americana”

Annie Cohen Kopchovsky (1870-1947), aunque recibió muchas críticas, demostró a la sociedad de finales del siglo XIX que las mujeres tenían derecho a hacer lo que les apeteciera.

Annie que ha pasado a la historia con el sobrenombre de “Londonderry” (nombre de la marca de agua que patrocinó su viaje), se propuso hacer algo impensable para una mujer de su época: Dar la vuelta al mundo en bicicleta.

Para ello, dejó a su esposo y a sus tres hijos en Boston para emprender su aventura en solitario.

Lo cierto es que ni siquiera sabía montar en bicicleta cuando inició su viaje. Por lo que debemos entender que las primeras jornadas de su viaje fueran un absoluto desastre.

Desde América viajó en barco a Europa. Cruzó el viejo continente en bicicleta hasta llegar a Asia. Volviendo a Estados Unidos en marzo de 1895.

Recibió muchas críticas ya que hubo voces que decían que gran parte del recorrido lo hizo en barco y que muchas de las aventuras que narraba eran falsas.

Lo cierto es que su sobrino-biznieto Peter Zheutlin, al que le debemos la publicación del viaje de Annie, insiste en que su tía tendía a exagerar las historias vividas.

Sea como fuere, la realidad es que la Joven Annie “Londonberry” dejó toda su vida en Boston para enfundarse unos pantalones bombachos y recorrer el mundo en bicicleta.

Sin duda la mujer viajera y aventurera más conocida por la población en general, es

Amelia Mary Earhart (1897- 1939).

Esta intrépida estadounidense se convirtió en la primera mujer que pilotará sola el Océano Atlántico y formará parte importante del Ninety-Nines: Organización internacional de mujeres pilotos.

Su amor por la aviación comenzó cuando con solo 20 años montó en un biplaza. En ese instante quedó enamorada de lo que sería su profesión, comenzando su formación.

No fue un camino fácil, sufrió varios accidentes y el descrédito de los pilotos hombres.

Su gran oportunidad le llegó en 1928, cuando acompañando al piloto Wilmer Stultz voló hasta Europa.

Si bien ella solo iba acompañando al piloto principal, lo cierto es que a su vuelta la prensa puso toda su atención en Amelia.

Esta fama le permitió comenzar a volar en solitario. Y así fue como realizó su viaje por el Atlántico en 1937.

Las aspiraciones de la intrépida aviadora la llevarán a intentar realiza en solitario un vuelo por el Pacífico. La acompañaba el experto Fred Noonan, pero problemas meteorológicos, de salud, arreglo de algunas averías… provocaron el fatal desenlace.

Se perdió la pista de la aeronave el 2 de julio. Se piensa que se quedarían sin combustible y acabaría estrellándose a unos 100km de la Isla Howland. Tras intensos días de búsqueda, se les dio por fallecidos a ella y a su compañero Fred.

Lo cierto es que Amelia fue una audaz mujer, valiente, intrépida y una líder en el mundo de la aviación.

Su historia ha estado cargada de misterio y conspiraciones que aún hoy ocupan espacio en la prensa.

Sirvan estos ejemplos de mujeres intrépidas para dar visibilidad al relevante papel que han tenido las mujeres en todos los campos y disciplinas a lo largo de la Historia.

Sin embargo, podríamos añadir un sinfín más de nombres: María Sybilla Merian, Lady Mary Wortley Montagu, Ida Pfeiffer, May French Sheldon, Lady Anne Blunt, Bessie Coleman, Gertrude Bell…

Os invito a conocer las historias de estas valientes mujeres.

Artículo escrito por:

Ana Victoria Moruno Rodríguez, Licenciada en Historia del Arte.


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