La devoción tanto al Sagrado Corazón de Jesús como al Corazón Inmaculado de María, ha existido desde el principio del cristianismo, fervor que tiene una raíz teológica, partiendo de los evangelios, pero la difusión de su culto parte de la visión que Santa Margarita María de la Alacoque tuvo de Jesús el 27 de diciembre de 1673. Jesús dijo a Santa Margarita: «He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, de la mayor parte de ellos no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio». Su extensión parte con La Compañía de Jesús, otras congregaciones religiosas y el apoyo del Papa Inocencio XIII, coincidiendo con las visiones de la Santa. El 8 de mayo de 1873 la devoción al Sagrado Corazón fue formalmente aprobada por el Papa Pío IX, y 26 años después, el 21 de julio de 1899, el Papa León XIII recomendó urgentemente que todos los obispos del mundo celebraran la fiesta en sus diócesis.[1]